Por Albertina Marquestau
La situación es siempre la misma: Alerta meteorológico, fuertes vientos, lluvias, calles anegadas, evacuados y la pregunta: ¿Hay clases mañana? La escena se repite cada año en General Pueyrredon, un distrito que convive con las inclemencias climáticas y en el que siempre se genera el mismo interrogante cuando hay un alerta.
¿Hay un protocolo para estos casos? ¿Quién debe decidir si hay clases o no? ¿Por qué algunos establecimientos tienen actividad y otros no? ¿Los padres deben decidir si envían o no a sus hijos a la escuela? ¿Quién se hace responsable si algo sucede? Los interrogantes son muchos, las respuestas son variadas y muchas veces tardan en llegar, lo que genera incertidumbre y elucubraciones insospechadas.
Las autoridades municipales aguardan los partes meteorológicos para tomar la decisión mientras que las diferentes instituciones educativas también esperan esa decisión para comunicarla a su comunidad educativa. Mientras tanto, la gente espera y desespera.
La lógica indica que la máxima autoridad en una ciudad, en este caso el Intendente, es quien tiene la primera y última palabra a la hora de decidir si amerita o no suspender las clases frente a estos casos. Pero, ¿qué protocolo debe seguir para hacerlo? El parte oficial que brinda el Servicio Meteorológico Nacional que se complementa con el de Defensa Civil, son los que se tienen en cuenta a la hora de tomar la determinación. ¿Y esto es rápido? Nunca se sabe. En la última experiencia vivida que comenzó con el alerta el domingo último, la decisión tardó en llegar. Al igual que la medida para saber si se retomaban ayer las actividades en el turno tarde. La información se confirmó casi a las 11 de la mañana, siendo que Defensa Civil ya había levantado el alerta temprano y los chicos ingresan entre las 12.30 y las 13 a la escuela. Para muchos, tanto la suspensión para el lunes y el martes en el turno mañana, como la vuelta a las aulas ayer, fue tardía. Y esto se reflejó en las redes sociales y los medios de comunicación, donde la gente manifestó su disconformidad. Junto con los grupos de whastapp de los padres del colegio que estuvieron al rojo vivo.
La vida familiar transcurre en torno a los horarios de los hijos, así que no es ilógico pensar que los cambios alteran la rutina e implican, en la mayoría de los casos, ayuda de terceros para que los padres puedan, por ejemplo, concurrir a trabajar. Entonces de nuevo surge el interrogante: ¿Cabe toda la responsabilidad de la decisión en las autoridades? A pesar de que los padres pueden discernir si es o no posible llevar a su hijo a la escuela, es importante y fundamental tener la decisión final de una autoridad que pueda ver más allá de la conveniencia personal. Como sociedad sabemos que no hay que cruzar un semáforo en amarillo cuando conducimos, pero igual lo hacemos.
También que no hay que arrojar papeles en la calle, y lo tiramos, y conocemos cuáles son nuestros derechos y obligaciones pero, no siempre los cumplimos. Entonces, es importante cuando está en riesgo algo tan valioso como la vida de los chicos, que haya una autoridad que decida si se suspenden o no las clases, y que las instituciones lo cumplan.
El protocolo no está escrito, pero debería cumplirse y, de ser necesario, plasmarlo en una legislación. Frente a este tipo de casos, todos esperan que las notificaciones sean rápidas para poder organizarse. Aunque también hay que tener un poco de paciencia y entender que no todo es 2 más 2, sino que factores externos puede que compliquen la situación. De todos modos se aguarda que las autoridades también actúen con la mayor diligencia posible porque, para Mar del Plata, este tipo de cuestiones climáticas no son ajenas y ya deberían tener aceitado un modus operandi que haga que sea más fácil afrontarla.